La obra de Walterio Iraheta es el resultado reflexivo sobre objetos de la hemenogia cultural y el consumo masivo tanto de imágenes como de objetos. Provenientes de la icónica “cajita feliz” de McDonald’s, los modelos pictóricos de Iraheta son intervenidos físicamente con grafito, convirtiéndolos en pequeñas esculturas acromáticas que luego sirven como referencia directa para sus pinturas.

De esta manera, el acto de acumular objetos, el acto de intervenirlos, el acto de convertirlos en el sujeto de la pintura se convierten en un acto de resistencia ante la iconicidad de las figuras del cine y de la negación de color y la serialización enviste de seriedad y a la vez de la comicidad a las pequeñas figuras de plástico. El trasfondo, Iraheta utiliza la identidad popular que estas figuras crean en la memoria colectiva, valiéndose de la facilidad con que reconocemos a personajes como Jack para luego proyectarlos como modelos de pintura.